miércoles, 5 de septiembre de 2012

en el suelo

Abro los ojos pero lo que veo no me dice nada. No hay extrañeza en la imagen. Toco con los dedos el suelo. Empiezo a volver. Siento. Mi cara está mojada, veo la lavadora desde abajo. Comienzan las preguntas. ¿Quién eres? Oigo una voz pero no la reconozco. ¿Por qué estoy aquí? Las respuestas intentan tranquilizarme pero yo estoy en paz. Lejos de la realidad. No hay deseos, no hay preocupaciones, no hay angustia. Me siento bien. Empiezo a sentirme muy cansada. Me duele el cuerpo. Sé que es el primer síntoma que me acerca a la realidad. Llega el miedo en forma de llanto. Mi hija. Mi pequeña, ¿lo ha visto? Mi pregunta ya no es tranquila. La respuesta de él tampoco lo es. Me giro levemente, miro su cara. ¿Qué ha pasado? Veo todo en sus ojos. Veo la angustia, la pesadez, el cansancio, la responsabilidad, la urgencia de salir de esta situación, veo el dolor.
Me levantan. Cierro los ojos. Quisiera volver a estar en el suelo. En esos instantes, allí, todo desaparece. 

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